Escrituras
Será la lluvia que no cesa o el sol que brilla demasiado, será mi mente que no se detiene, será el corazón que se niega a ser indiferente, será por necesidad o por vanidad, serán las lunas y los ciclos, seré yo... No sé en realidad cuál es el motor que me impulsa a encimar letras todo el tiempo, aquí o allá, no importa, la cuestión es que no puedo parar de escribir, pensamientos, sensaciones, sentimientos, quejas, opiniones, ideas o resentimientos, no sé callar, o me niego a hacerlo.
Seguro que es más fácil tirar unas letras en un papel, o pantalla y no pretender "interlocutor" alguno, que sentarse en una ronda de mates a exponer ideas o pareceres, [en las que prefiero participar escondida detrás del personaje tragicómico porque ya pagué altos precios (mi historia personal) por la transparencia y la sinceridad] y someterse al juicio, prejuicio y opinión ajena y si... No hay que respetar tiempos, ni opiniones diferentes, no hay que escuchar al otro, ni ponernos en sus zapatos para comprender su punto de vista, y para un silencio basta una coma o tres puntos suspensivos... no nos exigimos tanto cuando el diálogo es con nosotros mismos, o tal vez si.
Hace tiempo encontré esta herramienta que es la escritura para dejar salir muchas cosas que están arrinconadas dentro mio, terapéutico, podría decirse, y lo es, aún más terapéutico es releerse después de un cierto tiempo y encontrarse con esa persona que ya no somos, porque el cambio es permanente y saludable.
A veces me choca re-encontrarme en cosas que escribí, otras veces en cambio, me divierte ver quien era en el espejo de mis letras, transparente y desnuda, sincera y cuidada a la vez, porque si hay algo de bueno en escribir, es que nos brinda la posibilidad de corregir sobre la marcha lo que vamos expresando, sin tener que hacer fe de erratas... borro y sigo, cambio y vuelvo, me detengo, pienso, reescribo, tacho y sigo siendo yo, en cada uno de los cambios, en cada una de las letras, en cada frase, palabra y relato, aunque ya no sea la misma, permanezco en lo que fui (escribí), como umbral de mi transformación, y me re-invento cada vez que derramo mi alma en este flujo de letras anidadas y anudadas en la libertad de la que soy capaz o incapaz.
Ha dejado de llover y vuelvo a escribir-me.
Seguro que es más fácil tirar unas letras en un papel, o pantalla y no pretender "interlocutor" alguno, que sentarse en una ronda de mates a exponer ideas o pareceres, [en las que prefiero participar escondida detrás del personaje tragicómico porque ya pagué altos precios (mi historia personal) por la transparencia y la sinceridad] y someterse al juicio, prejuicio y opinión ajena y si... No hay que respetar tiempos, ni opiniones diferentes, no hay que escuchar al otro, ni ponernos en sus zapatos para comprender su punto de vista, y para un silencio basta una coma o tres puntos suspensivos... no nos exigimos tanto cuando el diálogo es con nosotros mismos, o tal vez si.
Hace tiempo encontré esta herramienta que es la escritura para dejar salir muchas cosas que están arrinconadas dentro mio, terapéutico, podría decirse, y lo es, aún más terapéutico es releerse después de un cierto tiempo y encontrarse con esa persona que ya no somos, porque el cambio es permanente y saludable.
A veces me choca re-encontrarme en cosas que escribí, otras veces en cambio, me divierte ver quien era en el espejo de mis letras, transparente y desnuda, sincera y cuidada a la vez, porque si hay algo de bueno en escribir, es que nos brinda la posibilidad de corregir sobre la marcha lo que vamos expresando, sin tener que hacer fe de erratas... borro y sigo, cambio y vuelvo, me detengo, pienso, reescribo, tacho y sigo siendo yo, en cada uno de los cambios, en cada una de las letras, en cada frase, palabra y relato, aunque ya no sea la misma, permanezco en lo que fui (escribí), como umbral de mi transformación, y me re-invento cada vez que derramo mi alma en este flujo de letras anidadas y anudadas en la libertad de la que soy capaz o incapaz.
Ha dejado de llover y vuelvo a escribir-me.