Memorias

 La voz suave de la abuela enmudecía el chisporroteo de las brasas, ella hablaba como si necesitara ganar credulidad, mientras la niña mantenía atenta la mirada en sus cálidas manos que incesantemente tejían . Sentadas cerca del fuego, cómplices las dos, como pretendiendo provocar tibieza en la penumbra se hundían como cada noche en el relato, fascinada la niña escuchaba lo que luego dudó que fuera un sueño...

- Claro que tengo recuerdos, como todos.- Confesó la anciana y continuó.
-Tengo recuerdos que parecen de otras vidas, recuerdos que me son ajenos, como si vivieran en una memoria olvidada o en algún rincón desconectado de mis memorias, recuerdos que no le pertenecen a quien soy, recuerdos de otro yo, anteriores a mi última muerte... o vida.
Recuerdos que no siento míos pero apropio a pesar de que ya no estoy aquí o allí donde solía estar...
Se confunden en mis pensamientos, se enredan, entremezclan y desvanecen cuando intento en ellos encontrar algún vestigio de quien soy o quien fui.
Recuerdos como sueños que se enajenan al amanecer dejando una sensación de incertidumbre y desconsuelo irracional, recuerdos que se pierden cual sombra bajo el candil que titila inseguro y audaz, desdibujándolo todo.
Mis recuerdos son así, confusos y borrosos, extraños, medio inventados, y escondidos, secretos hasta de mi propia memoria, pintados de fantasía en pastel, teñidos de romanticismo, son recuerdos en faldas largas y pies descalzos, llevan el cabello largo y despeinado mis recuerdos, son rebeldes, los llamo míos y no lo sé... si son recuerdos o memorias o es olvido.-

El calor invadía la pequeña habitación mientras las sombras devoraban sus muros, la respiración calma y pausada de la niña ya adormecida acompañaba en su viaje a esa lágrima que rodaba a través de la mejilla de la anciana, mientras recordaba con palabras lo que las vidas (o las muertes) la invitaron a olvidar.




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