Cambio
Si hay algo que permanece intacto en el tiempo son los cambios.
Cambian los ritmos, los gustos, los colores, los aspectos, las perspectivas, las modas, los finales, los métodos, los destinos, los objetivos, los recursos, hasta el agua estancada va cambiando a medida que se va pudriendo... Cambia todo.
Nos demuestra bien el día lo necesario del cambio. Cambiando la Tierra de posición respecto al Sol, nos va enseñando, cada día, los aspectos y los espectros que le otorgan otra luz a todo lo que nos rodea.
Y me sorprendo. ¡Cuánta presunción en el humano que pretende ser más sabio que aquello que lo crea, cobija y contiene!
¿De qué sirve observar si no vemos?
¿De qué sirve ver si no aprendemos?
¿De qué sirve aprender si no cambiamos?
Movimiento, es cambio, y los cambios que estamos dispuestos a realizar son los que nos permiten permanecer.
Entonces me muevo, sufro, aprendo, duelo, enfrento, crezco, retrocedo, duermo, temo, despierto, cambio... A cada paso, cada salto, cada tropiezo, cada vuelo, vuelvo a cambiar, y permanezco.
Y te lo digo convencida, el cambio es vida.
Si hasta los valores de nuestra sangre van cambiando hora a hora, día a día, si nunca es idéntico el aire que respirás, si nunca es la misma agua aquella que mirás, que corre, fluye y cambia.
¿Por qué nos cuesta tanto comprender y aceptar que el cambio es lo natural?
Cambiamos entonces los amigos, las parejas, los amantes, cambian nuestros hijos, y cambian los ojos con los que vemos a nuestros padres, cambiamos de casa, de ciudad, de coche, de hobby, de deporte, cambiamos hábitos, gustos, costumbres, si hasta el idioma obedece a los cambios que le imponen el tiempo y su masa hablante.
Cambia el clima perpetuando la vida. La humedad, la presión, el viento, cambian conmigo.
Cambiamos para adaptarnos, cambiamos por obligación o por deseo, cambiamos por intensos dolores, por miedo, por amor, pero cambiamos.
El hecho es que de cualquier modo, cambiar es obligatorio si lo que se pretende es vivir, nos lo demuestra el Universo, cíclico, rítmico y cambiante, quiérase o no, para ser y estar, hay que cambiar.
Y entre tanto cambio, mutación, transformación, movimiento, sacudón y aprendizaje, lo único que realmente tenemos, es el aquí y ahora.
Así que a los que acostumbran a encontrarte por la vida después de tiempos y sucesos, y te miran exclamando:
- Ah!! Pero si estás igual!!!!
Yo le respondo:
- No señor!!! Dios me libre !!! Ya no soy aquella... Agradezco que cambio.
Cambian los ritmos, los gustos, los colores, los aspectos, las perspectivas, las modas, los finales, los métodos, los destinos, los objetivos, los recursos, hasta el agua estancada va cambiando a medida que se va pudriendo... Cambia todo.
Nos demuestra bien el día lo necesario del cambio. Cambiando la Tierra de posición respecto al Sol, nos va enseñando, cada día, los aspectos y los espectros que le otorgan otra luz a todo lo que nos rodea.
Y me sorprendo. ¡Cuánta presunción en el humano que pretende ser más sabio que aquello que lo crea, cobija y contiene!
¿De qué sirve observar si no vemos?
¿De qué sirve ver si no aprendemos?
¿De qué sirve aprender si no cambiamos?
Movimiento, es cambio, y los cambios que estamos dispuestos a realizar son los que nos permiten permanecer.
Entonces me muevo, sufro, aprendo, duelo, enfrento, crezco, retrocedo, duermo, temo, despierto, cambio... A cada paso, cada salto, cada tropiezo, cada vuelo, vuelvo a cambiar, y permanezco.
Y te lo digo convencida, el cambio es vida.
Si hasta los valores de nuestra sangre van cambiando hora a hora, día a día, si nunca es idéntico el aire que respirás, si nunca es la misma agua aquella que mirás, que corre, fluye y cambia.
¿Por qué nos cuesta tanto comprender y aceptar que el cambio es lo natural?
Cambiamos entonces los amigos, las parejas, los amantes, cambian nuestros hijos, y cambian los ojos con los que vemos a nuestros padres, cambiamos de casa, de ciudad, de coche, de hobby, de deporte, cambiamos hábitos, gustos, costumbres, si hasta el idioma obedece a los cambios que le imponen el tiempo y su masa hablante.
Cambia el clima perpetuando la vida. La humedad, la presión, el viento, cambian conmigo.
Cambiamos para adaptarnos, cambiamos por obligación o por deseo, cambiamos por intensos dolores, por miedo, por amor, pero cambiamos.
El hecho es que de cualquier modo, cambiar es obligatorio si lo que se pretende es vivir, nos lo demuestra el Universo, cíclico, rítmico y cambiante, quiérase o no, para ser y estar, hay que cambiar.
Y entre tanto cambio, mutación, transformación, movimiento, sacudón y aprendizaje, lo único que realmente tenemos, es el aquí y ahora.
Así que a los que acostumbran a encontrarte por la vida después de tiempos y sucesos, y te miran exclamando:
- Ah!! Pero si estás igual!!!!
Yo le respondo:
- No señor!!! Dios me libre !!! Ya no soy aquella... Agradezco que cambio.